En medio de la crisis política la General Federation of Bahrain Trade Unions (GFBTU) señaló que se habían registrado numerosos ataques contra los trabajadores/as, incluidos los migrantes. Desde el 17 de marzo, perdieron la vida ocho trabajadores/as migrantes y cerca de 88 resultaron heridos. Diez paquistaníes se encuentran en estado crítico. Siete trabajadores/as de Bangladesh fueron hospitalizados, tres han fallecido y cuatro se encuentran bajo tratamiento. El asesinato de un ciudadano bahreiní a manos de un trabajador de Bangladesh provocó airadas reacciones de los políticos. El Gobierno de Bahrein prohibió que se contratasen más trabajadores ‘no cualificados’ procedentes de Bangladesh.
Muchos migrantes no pueden o no desean salir del país debido a las deudas pendientes. Algunos fueron trasladados a zonas más seguras de Bahrein, pero muchos han permanecido en el centro de las zonas de conflicto. Una ciudadana sunita de Bangladesh fue agredida por manifestantes chiítas que le cortaron la lengua. Numerosos países de origen de migrantes impusieron prohibiciones temporales durante el movimiento de protesta.
En Bahrein, la violencia sistemática contra los trabajadores/as migrantes, especialmente contra las personas originarias del sur de Asia, se intensificó durante las protestas. Las comunidades de expatriados de Bangladesh, India y Pakistán fueron víctimas de una violencia generalizada e intimidaciones que se agravaron cuando se supo que el Gobierno reclutaba mercenarios procedentes del sur de Asia, en particular Pakistán. Algunos expatriados de Bangladesh en Bahrein dicen que se han visto obligados a participar en manifestaciones a favor del Gobierno. Los ataques violentos se han visto agravados por el hecho de que los migrantes de Bangladesh y Pakistán son predominantemente sunitas, por lo que muchos consideran que están a favor del régimen.
Ciertos grupos también afirman que la afluencia de ciudadanos sunitas procedentes del extranjero en los últimos 15 años revela que el Gobierno intenta invertir la demografía confesional de Bahrein. También se ha señalado que se contratan trabajadores/as migrantes para ocupar los puestos de los trabajadores despedidos y en huelga. Esta medida es una violación al derecho de huelga y hace que los trabajadores/as migrantes corran mayores riesgos, dado que pueden negarse a trabajar.
Más de 2.000 expatriados que huyeron de sus viviendas se refugiaron en la embajada de Pakistán tras los ataques de los manifestantes en sus vecindarios. En un momento dado, 40 personas originarias del sur de Asia fueron encerradas en un restaurante al que los manifestantes intentaron prender fuego. Los líderes de la comunidad intervinieron para evitarlo. Estructuras jurídicas discriminatorias, tales como el sistema de “kafala” y el proceso de visados múltiples que ofrece diferentes niveles de derechos a las personas en función de su nacionalidad no han hecho sino acentuar las actitudes xenófobas.