Eswatini - Primer plano de Mduduzi C. Gina (SFTU- Swazilandia) (2011)

6 de mayo de 2010

“Una campaña para dar a conocer la represión que tan duramente castiga a Swazilandia”

Las organizaciones sindicales de Swazilandia están en primera fila de la Campaña por la Democracia en Swazilandia (Swaziland Democracy Campaign) lanzada en febrero para alentar al cambio en una de las últimas monarquías absolutas que quedan en el mundo. La campaña reúne a organizaciones de la sociedad civil, defensores de los derechos humanos, sindicatos y partidos políticos prohibidos. Con ella se está intentando obtener el apoyo internacional a favor de la democracia en este pequeño país, que raramente se encuentra bajo la luz de los proyectores. Tal y como lo explica Mduduzi C. Gina, Secretario General de la Swaziland Federation of Trade Unions (SFTU), los organizadores de la campaña solicitan que se eliminen las excesivas leyes antiterroristas y las restricciones que pesan sobre los medios de comunicación y sobre las agrupaciones políticas. Exigen la celebración de unas elecciones multipartitas, y, en caso de que las autoridades se nieguen a actuar, tienen previsto que se adopten sanciones internacionales contra la camarilla de dirigentes que existe en torno a la familia real.

Hace ya un año que la revista Visión Sindical de la CSI publicó un dossier de reportajes sobre Swazilandia (1) que sacaba a la luz la lucha que mantienen los sindicatos por la democracia en Swazilandia a pesar de la represión que ejercen las autoridades reales. ¿Ha mejorado la situación?

No ha cambiado nada. Nuestras esperanzas en la justicia, la libertad de expresión y la democratización están destrozadas. Las autoridades se aprovechan de la ley antiterrorista para reprimir a la población y a los que se oponen al régimen y que luchan por los derechos humanos. También está el problema de la prohibición de los partidos políticos. Mario Masuko, dirigente del principal partido de la oposición prohibido – el People’s United Democratic Movement – ha sido liberado después de haber permanecido 340 días en prisión y ser absuelto por un juez de la Corte Suprema. Pero el país apenas ha cambiado. El retorno del actual Primer Ministro ha complicado un poco las cosas. En este preciso momento, el Gobierno tiene previsto someter a votación una ley que prohibirá a los funcionarios llevar a cabo cualquier actividad política, aunque el Comité Consultivo Laboral haya aconsejado que no sea ratificada. Lo que las autoridades están en realidad intentando es suprimir todos los derechos de los funcionarios. Nos hemos dado cuenta que quieren alejarlos de la federación invocando nuestro vínculo con el Frente Democrático Unido que nos convierte en organismo político; por eso el Gobierno pretende convencer a los funcionarios de que no se afilien a la federación.

De hecho, durante la Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra, en junio de 2009, el Gobierno fue criticado de forma directa. A raíz de la Conferencia el país estuvo en el punto de mira de las cámaras y el Gobierno marcó el paso. Pero sigue adelante a su ritmo.

¿Qué espera conseguir la nueva Campaña por la Democracia en Swazilandia?

La campaña está intentando movilizar la opinión y hacer públicas, tanto en nuestra región como en el mundo entero, las carencias prevalentes en Swazilandia en materia de derechos humanos, a fin de poner en evidencia la situación que existe en el país. En temas de regímenes y de países no democráticos, el mundo se centra en Zimbabwe, escenario de numerosas infracciones graves. La Campaña por la Democracia en Swazilandia quiere llamar la atención internacional sobre nuestro país. Tengo que decir que el Gobierno está especialmente enojado por nuestra participación en la campaña. Asegura que nos hemos unido a algunos de nuestros amigos de Sudáfrica para empañar la reputación del país.

¿Las organizaciones sindicales están entonces desempeñando un papel importante en esta nueva campaña?

Correcto, es completamente cierto, porque somos nosotros los que estamos organizando las protestas, esenciales para la campaña. De hecho estamos estableciendo programas que apoyan actividades comunes organizadas en el marco de la Campaña por la Democracia en Swazilandia. Yo creo que habrá movimientos de protesta en el país y que nuestros compañeros de la región se unirán a nosotros. Las protestas se llevarán a cabo en Swazilandia. Lo que hemos hecho es movilizar a los defensores de los derechos humanos de la región, de Sudáfrica, Mozambique, Botswana y Zimbabwe, para que vengan y se manifiesten en Swazilandia. Nosotros representamos el compromiso de los trabajadores y trabajadoras en el movimiento de protesta que sacará a la luz las tendencias no democráticas del país y vamos a hacer que el Gobierno tiemble. Como los partidos políticos están prohibidos, es lógico que sean los sindicatos los que dirijan el movimiento hacia la democratización. Pertenecemos a partir de ahora a la oposición.

Ya ha habido otras tentativas de presión sobre el Gobierno. ¿En qué se diferencia esta campaña y por qué será más eficaz?

Para mí, lo que hace que sea más importante es que se trata de una campaña destinada al mundo exterior para poner de relieve la situación que reina en el interior del país. Yo creo que lo que ha pasado hasta ahora es que determinados compañeros a nivel internacional simplemente desconocen lo que está sucediendo dentro del país; se imaginan que forma parte de Sudáfrica. Por eso hace falta dar a conocer la situación en Swazilandia y eso es lo que vamos a hacer a través de esta campaña, conjuntamente con organizaciones internacionales.

¿Qué tipo de apoyo esperan obtener por parte de los sindicatos y de otras organizaciones internacionales de la región y del mundo?

En estos momentos nos estamos movilizando para que se apliquen unas sanciones sensatas, identificadas de manera individual; sanciones dirigidas a los individuos que están obstaculizando la democratización del país, y es por puro egoísmo.

Lo que esperamos por parte de los sindicatos es una cooperación en el momento en que lancemos los boicots a una serie de productos concretos que consideramos que son los principales pilares de las actividades comerciales en Swazilandia. Estamos pensando concretamente en el azúcar. El Rey posee una parte importante de la sociedad de la molienda del azúcar y nosotros podríamos identificar varios blancos específicos, como por ejemplo Europa, con vistas a protestar contra los productos que utilizan ese azúcar.

¿No se corre peligro de que la campaña repercuta de forma negativa en la economía del país y, a fin de cuentas, en vuestros miembros?

Sí, puede que sí. Habrá gente que piense que se trata de un golpe bajo por parte de las trabajadores. Las sanciones económicas susceptibles de repercutir negativamente en el empleo constituirán un último recurso. No obstante, estamos convencidos de que el hecho de atacar esos sectores económicos decisivos podría constituir la clave del cambio. Por otro lado también conviene insistir en que aceptamos y reconocemos que la verdadera libertad tiene un precio y que no viene servida en bandeja de plata.

¿De qué manera se ha visto Swazilandia afectada por la crisis económica del año pasado?

Nos ha afectado, nos ha afectado con toda claridad: varias sociedades han cerrado. Hemos perdido muchas empresas, sobre todo en el sector de la pasta de papel. Cerca de 4.000 empleados han perdido su trabajo. Una de las fábricas de papel más antiguas, SAPPI, la única del país, cerró a finales de enero, y otras compañías textiles también han echado el cerrojo.
Entrevista realizada por Paul Ames.

(1) Titulado “Swazilandia: el lado represivo de una monarquía absoluta”. Este dossier Visión Sindical puede consultarse aquí
Léase también la entrevista de Vincent Ncongwane (SFL - Swazilandia) aquí

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